Estrés, aglomeraciones y ansiedad, mundo vacaciones, Mad World II
"Mad World II - Turismo desenfrenado"
"Vacaciones exprés: 7 países en 4 días, 3 ataques de ansiedad y una foto para Instagram"
¡Ah, las vacaciones! Ese mágico periodo del año concebido originalmente para desconectar, descansar y no hacer absolutamente nada mientras uno observa fijamente el horizonte con cara de salmón zen. Lamentablemente, esa idea romántica murió en algún momento entre la invención del selfie stick y el auge de los vuelos low cost que salen a las 3:45 de la madrugada desde un aeropuerto que, técnicamente, está en otro país.
Hoy, las vacaciones en el "primer mundo" se han convertido en una maratón a contrarreloj por acumular experiencias, fotos y tazas de Starbucks de ciudades que no se sabe pronunciar. Es el "síndrome del turista exhausto": personas que trabajan 50 horas semanales durante 11 meses soñando con descanso... para luego levantarse a las 6 a. m. también en vacaciones y hacer fila con otras 12.000 almas sudorosas para ver la Torre Eiffel durante exactamente 3,5 minutos antes de correr al siguiente monumento en su Excel de viaje.
Planificación nivel NASA
La odisea comienza con una planificación que haría llorar de emoción a un ingeniero aeroespacial. Google Docs, Notion, tablas dinámicas, alarmas, recordatorios y grupos de WhatsApp donde alguien pregunta con pánico: “¿Reservamos ya el free tour por Copenhague o se nos escapa el guía que habla español con acento neutro?”.
Los itinerarios son apretados, porque descansar es de débiles. ¿Dormir? Eso se hace en casa. ¿Siesta? ¡Herejía! Hay que ver al menos seis museos, tres mercados tradicionales, dos ruinas romanas y una exposición de arte contemporáneo incomprensible antes de las 14:00. Y luego correr, sudando gazpacho, hasta una cafetería recomendada por un influencer sueco que “nadie conoce” pero está llena de otros 45 españoles buscando la misma vibe aesthetic.
Aglomeraciones de alta montaña
Si hace 10 años los turistas buscaban playas desiertas y pueblos escondidos, hoy esas playas desiertas tienen más gente que la Puerta del Sol en Nochevieja. ¿Quieres meditar frente a un lago suizo? Pues primero tienes que hacer una cola más larga que la de Hacienda y pagar 27 francos por un café tibio y sin alma.
La verdadera experiencia espiritual es sobrevivir a la estampida de turistas que han bajado del crucero y van armados con chanclas, cámara réflex y un hambre voraz de “experiencias inolvidables en 25 minutos”.
Ansiedad con vistas al mar
Las redes sociales han convertido las vacaciones en una performance continua. No importa si estás agotado, deshidratado o tienes una ampolla del tamaño de Portugal: lo importante es capturar "el momento". Porque si no lo subes, no pasó.
El viajero moderno sufre más por encontrar la luz perfecta para la foto que por el jet lag. Los atardeceres no se disfrutan, se coreografían. Las cenas no se saborean, se fotografían. Y si no tienes al menos una historia con la banda sonora de Coldplay en fondo, tu verano es un fracaso existencial.
Vuelta a casa… para descansar
Finalmente, los valientes regresan a casa con una maleta llena de souvenirs que no recuerdan haber comprado, 800 fotos iguales de diferentes ángulos de su cara frente a monumentos, y una tendinitis emocional difícil de explicar. Al tercer día de trabajo, ya están buscando vuelos para el próximo puente, mientras el jefe les pregunta con media sonrisa si han “descansado mucho”.
La paradoja es deliciosa: trabajamos todo el año para poder viajar y viajar se ha convertido en una extensión del trabajo. Solo que peor pagado.
Conclusión: ¿Y si no hacemos nada?
En algún rincón del mundo, queda todavía un espécimen raro: el que se va de vacaciones sin itinerario, sin despertador y sin querer "aprovechar el tiempo". Suele ser mirado con desprecio o compasión. "¿Tú te fuiste a una casa rural y no hiciste nada? ¿Ni una visita guiada al museo del alambique?" preguntan los demás, horrorizados.
Y sin embargo, ese loco, ese hereje, ese irresponsable… quizás entendió algo que los demás olvidaron: que las vacaciones eran para descansar, no para añadirle más ansiedad a la vida, pero con vistas.
Posdata:
Próximamente en Netflix: “Burnout en Bali: el drama de una pareja que discutió en 12 idiomas para llegar a tiempo a la ceremonia del arroz”. Pero mientras tanto, aquí os dejo esta obra audiovisual, Mad World II 👇👇👇