Relato - Aguas poco Profundas

Aguas poco profundas La vieja nave, más que un objeto inerte, era el esqueleto colosal de un sueño marino, varado no solo en la tierra seca, sino en el lecho reseco del tiempo mismo. Sus costillas de madera, antes poderosos brazos abrazando océanos, ahora eran cicatrices profundas en la piel curtida de la tierra, muros agrietados donde la intemperie, con paciencia de siglos, grababa relatos de tormentas y calmas olvidadas. Las cubiertas, donde antaño resonaba el vigoroso taconeo de marineros y el eco de órdenes gritadas, se habían transformado en plazas bulliciosas, un corazón latiendo con la pausada insistencia de la savia en invierno, un microcosmos donde cada vida era un pequeño universo. Y el mástil principal, ya no un desafío al cielo sino un dedo esquelético apuntando a lo alto, se erguía como la torre de un reloj melancólico, marcando el compás pausado de sus días con la sombra danzante del sol. El crepúsculo, un artista generoso, extendía pinceladas de fuego líquido sobre ...